La filosofía ha consistido a lo largo de su historia en una reflexión del ser humano en torno a la realidad y a sí mismo. Una reflexión que se pretendía crítica y totalizadora y cuya fuente de vida han sido las experiencias filosóficas de cada uno de los pensadores, entendiendo estas experiencias como la íntima necesidad de dar respuesta a un problema situado en el límite de los conocimientos o de las experiencias conocidas hasta el momento.
La filosofía puede entenderse de muy diversas maneras, siendo algunas de ellas incompatibles entre sí. No obstante, en cualquier caso se pretende profundizar en la realidad y alcanzar un conocimiento antes ignorado (aunque eso suponga eliminar cualquiero otro conocimiento).
La cuestión de la utilidad de la filosofía ha sido planteada desde sus mismos comienzos. Hasta el momento tan sólo hemos mencionado su capacidad para enseñarnos a vivir con nuestras dudas, no ignorándolas ni pretendiendo hallar respuestas para todas, sino proporcionando un equilibrio entre ambas, conscientes de los peligros de cada uno de los extremos.